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sábado, 22 de octubre de 2016

Es decir conmigo

Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. .Difundiendo a mas de 1,400 escritores, respetando el derecho de autor.




Publicación N° 1.509-


                                                                                                            Roberto Mascaró

Poeta y traductor uruguayo, nacido en Montevideo el 12 de diciembre de 1948. Residente en Suecia desde 1978, donde adoptó su nacionalidad. Fundó la revista bilingüe "saltomortal", publicando "Estacionario" su primer libro en 1983. En el campo de la traducción se inició en 1985 con una publicación de poetas suecos contemporáneos. Otros de sus títulos son: "Chatarra/ Canpos" poemas, 1984, "Asombros de la nieve"(Estocolomo, 1984), "Gueto" (1991), "Campo de fuego" (2000), que fue Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín, "Un río de pájaros" (2004), "Postales negras" (1988), "El bosque en otoño" (1990), etc.



                                                                             "Ya que todos, de una manera u otra fingimos
                                                                              que todos somos estrellas de algún firmamento
                                                                              que se curva únicamente sobre nosotros,
                                                                              sobre cada uno y sobre todos nosotros"  









ES DECIR: CONMIGO


Nadie sino yo ha escuchado estas palabras,
nadie conoce la causa de estas razones,
nadie ha oído antes nada semejante,
nadie escuchará jamás nada acerca de esto
que no ha sido dicho, que jamás lo será.

Es una podrida verdad que se pierde,
que va a parar al tacho de desperdicios
sin que nadie lo haya sospechado siquiera.

Lo cómico es que todos piensan que algo
de esta verdad ha sido al menos rozado
o que por lo menos un aroma se ha reconocido:
melentendido general.

Pero, sentémonos a esperar el día
que lindará con el día, con el otro
lindo día que vendrá a encontrarnos
sentados esperando un día lindo
en la linde precisa de se día.

Individuación: pura
y antigua monstruosidad, chispas
de neojipismo que se pierden en el magma
con sonrisas lamentables de la multitud lejana.

Sólo lo que es drogo atenúa esta confusión
con su nirvana dudoso, con su falso
paraíso, que es único en su especie.

Una verdad que se queda entre casa.
Una sirena que nadie ha escuchado.
Un temblor imperceptible.

Agradable mal tiempo

Brusco se deshilacha el humo sobre las casas.
Licuación y cristales en toda la ciudad.
Es el fin del invierno.
                           Llamas
de primavera.
        Todo lo que no se dice,
¿adónde va? ¿Está dicho o no dicho?
¿Y el miedo o el coraje de decirlo o callarlo?
¿Y la transparencia? ¿Y la verdad?

¿Y la verdad tras la verdad?
Todo está dicho por las hojas viejas,
ese humus espeso que arderá este verano
en la ciudad que hoy lame
sus flancos y se enjuaga en neblina.

Se humaniza el cemento.

Todo es una conversación en calma.

El café da su aroma benigno.

Mas la pasión, que sube
del maás oscuro fonfo de linces y de pumas,
se adhiere a la sombra más pura y metálica
y brilla en un ángulo, por sí misma abrasada.

Razones no agita:
devora tiempo,
devora conversaciones,
devora fricciones de los cuerpos en la penumbra,
devora drogas que queman el alma
y agotan los sentidos.

La ciudad muestra su espalda oxidada.
Es como la espalda de una doncella
Impura, Impúdica, Incendiaria.

El otoño está lejos. Y todos los otoños

Vamos llegando a casa.

La ciudad arde por sus cuatro costados.

Cada día
es como una llamarada
en un cielo infinito.-



TANGO DEL OLFATO

Cada vez que respiro
el olor de los barrios de esta ciudad
mi alma o lo que va quedando de ella
afirma mi porfiada pertenencia
a un tiempo a un espacio y a una gente.

Las madreselvas,
los aromos,
los jazmines
y el jacarandá.

No es una bandera o un himno lo que vibra en el aire,
no es un escudo lo que dirige al corazón:
son eucaliptus temblando en los parques.

La providencia con su enredo de hilos
fundó los goles de las victorias,
desparramó dialectos de Italia por tu español,
puso tus veredas a la miseria,
prohijó estas nostalgias
y también este instante.

Montevideo se abre al ancho río como mar.

En invierno un tango la estrangula.

Mas las muchachas
se ríen y huelen el viento de primavera, coquetas,
y los muchachos las olfatean de costado
y el trópico visita sus arenas.

No son una divisa, ni un nombre, ni un color,
sino ciertos aromas y vistas y sonidos los que
afirman mi porfiada pertenencia
a una gente, a un espacio y a un tiempo.-



MUCHACHA DE MÁLAGA

No es otra esta sino la chica prístina
que tendida en las leves arenas de Málaga
ocupa casi entera la península.

Allí está, como un bello juguete mecánico
junto a las restallantes aguas del piélago
posando como un ícono.

Sus ojos: dos indianos ídolos
que nada tienen de mirar hierático.

Sus sentimientos son a veces nítidos;
casi nunca traslúcidos.
Por eso dejan esperanza sólida
cada vez que la veo y el monólogo
merecerla debiese para un día ser diálogo
y deseo magnífico.

Siempre he admirado a esta muchacha sólida
de manos grandes y rubóricas
que un día quisiera que llegasen beatíficas
para brindarse impávidas
como dos pavorreales que se abriesen benéficos
y se cerrasen como cópulas ópticas
despertando al estímulo.

Con ella se apaga el sol de Málaga
y las estrellas se vuelven puntos cómicos
y le llega de pronto un terror cósmico
que me obliga a dormir.

Esto todo es, de acuerdo, esdrújulo
elemento, que de a ratos feliz y a veces básico
ciclo que ha de cursar infante pálido
pero duro y salvaje como indígena
que poblar pudiese esta república
que la chica de Málaga
a formar va con mítica
indumentaria, con su alma que lúcida
es sin duda, porque fulge sin mácula
en la clara penumbra de mi cuarto poético.-




                                                                                                            Roberto Mascaró




Imágenes: Pinturas de la artista francesa Agnes Boulloche






quiquedelucio@gmail.com

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