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viernes, 23 de septiembre de 2011

La naúfraga, Alejandra Pizarnik a 39 años de su ida

El 25 de septiembre se cumple el 39° aniversario, del suicidio de la poeta Alejandra Pizarnik.

MORADAS

En la mano crispada de un muerto,
en la memoria de un loco,
en la tristeza de un niño,
en la mano que busca el vaso,
en el vaso inalcanzable,
en la sed de siempre.-

AMANTES

una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío
(de "Los trabajos y las noches", 1965)

COLD IN HAND BLUES

y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo

Alejandra Pizarnik, nació en Buenos Aires en 1936 .De una familia de inmigrantes judíos oriundos de Rovne (Eslovaquia). Obtuvo su título en Filosofía y Letras por la Universidad de Bs. As. y posteriormente viajó a París hasta 1964 donde estudió Literatura Francesa en La Sorbona y trabajó en el campo literario colaborando en varios diarios y revistas con sus poemas y traducciones de Artaud y Cesairé, entre otros. En 1968 obtuvo la beca Guggenheim viajando, tiempo después a Nueva York.
Sus obras: "La tierra más ajena" (1955), "La última inocencia" (1956), "Las aventuras perdidas" (1958), "Árbol de diana" (1962), etc. "Texto de sombra y últimos poemas" es publicación póstuma en 1982.


INVOCACIONES

Insiste en tu abrazo,
redobla tu furia,
eres un espacio de injurias
entre yo y el espejo,
eres un canto de leprosa
entre yo y la que me creo.

SIGNOS

Todo hace el amor con el silencio.
Me habían prometido un silencio como un fuego,
una casa de silencio.
De pronto el templo es un circo y la luz un tambor.

MENDIGA VOZ

Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.

En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.


Alejandra Pizarnik a los dieciocho años ya tiene claro que quiere dedicarse a escribir. Anota todas sus inquietudes en un Diario, su angustia interminable. Va sembrando frases, palabras, imágenes, de cuyos brotes nacerán, también sus poemas. En noviembre de 2003, la profesora argentina Ana Becciú, atendiendo un deseo expresado verbalmente por la propia Alejandra, compila y publica sus Diarios, que terminan conformando, después de su muerte, el verdadero proyecto literario. "El lenguaje me es ajeno", repite con insistencia mientras continúa en la búsqueda de "el libro como una casa". La única salida es escribir sobre aquello que me ahoga, dice. El 13 de febrero de 1971 anota: "Aparentemente es el final. Quiero morir. Lo quiero con seriedad, con vocación íntegra". A partir de allí, en su Diario sólo hay entradas muy breves y dolorosas, en las que proyecta, con sereno cálculo, diferentes posibilidades de matarse. En 1972 es internada en un hospital psiquiátrico de Bs. As. por su estado de depresíon profundo que la llevó a intentar suicidarse en reiteradas oportunidades. En una salida de fin de semana, el 25 de septiembre de 1972, con una sobredosis intencional de Seconal, Alejandra Pizarnik calla y se da a la muerte.


POEMA 35

Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida,
déjate enlazar de fuego, de silencio ingenuo, de
piedras verdes en la casa de la noche, déjate
caer y doler, mi vida.
                                       *
"He descubierto que cuando no estoy angustiada no soy", escribe Alejandra el primero de mayo de 1958. "Si no fuera por el dolor, mi mundo interior equivaldría al de cualquier muchacha que bosteza en el colectivo, a la mañana, ataviada para sus empleos en oficinas". Sin la necesidad de trabajar - porque su existencia está resuelta- sujeta únicamente por su propio cuerpo, que estalla de existencia y observa con repugnancia frente al espejo. "Me compré un espejo muy grande, me contemplé y descubrí que el rostro que yo debería tener está detrás -aprisionado- del que tengo". En ese pivote entre ser "normal" o seguir siendo excepcional a costa de caminar bordeando la muerte, es en el que se mece la escritura del Diario, o sea su propia vida.

"Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En ese sentido, el quehacer poético implicaría exorcisar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos"

                                                     Alejandra Pizarnik

 "Diarios", Alejandra Pizarnik. Editorial Lumen.
Imagen: pintura de Jean-Michel Basquiat


quiquedelucio@gmail.com
Twitter@quiquedelucio

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