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lunes, 13 de junio de 2011

Día del Escritor, por Lugones : ¿no había otro para homenajear?

Leopoldo Lugones nació el 13 de junio de 1877 en Villa de María del Río Seco-Córdoba. Poeta, ensayista y periodista, se celebra el día del escritor en nuestro país, en su memoria. Persona que ha generado una constante polémica no tanto por su obra literaria sino por su protagonismo político. Comienza siendo socialista pasando por el liberalismo, el conservadurismo y termina en el fascismo. Lugones es un importante propagandista del golpe militar protagonizado por José Félix Uriburu el 6 de setiembre de 1930, que derroca de la presidencia a Hipólito Yrigoyen.
Su estrecha relación con el régimen dictatorial le vale el rechazo de los círculos intelectuales. Ya en esa época era un ferviente impulsor de las tendencias fascistas que caracterizaban a parte de los militares argentinos. Poco se hablaba del autor de "La Guerra Gaucha", sino para cuestionarle su pensamiento político retrógrado. En 1897, nace su único hijo, Polo Lugones, quien sería jefe de policía durante la dictadura de Uriburu y de triste fama por ser considerado quien introdujo la picana eléctrica como método de tortura.
Decepcionado, Leopoldo Lugones se quita la vida en un recreo del Delta del Tigre al ingerir una mezcla fatal de whisky y cianuro, el 18 de febrero de 1938. Su hijo se suicidó en 1971.

En Nosotros somos quien somos, nos vamos a olvidar de Lugones, pero queremos festejar el día del escritor, como corresponde. Sabemos que pocos desafíos literarios son tan difíciles como el de abordar la  temática política sin caer en el oportunismo, el panfleto,o en esos textos que tienen fecha de caducidad. Por eso y porque somos una Fisura en las Letras, apostamos a la ética y celebramos con Julio Cortázar.
(Padrino honorario de este blog).
            "A Veja le interesa saber"  (1982)

" A Veja le interesa saber -cito textualmente el tema que me propone- por qué he adoptado la nacionalidad francesa. Hasta ahora nadie me lo había preguntado públicamente, pues estaba claro que en muchos órganos de prensa se prefería contestar por mí, técnica en la que descuellan no pocos periodistas y comentaristas latinoamericanos, sin hablar de escritores y políticos.
Así, a lo largo del año transcurrido desde que el gobierno francés me otorgó la ciudadanía, he ido enterándome a través de diversos conductos de las razones principales por las cuales: a) he renegado de mi condición de argentino; b) he asumido otra nacionalidad; c) cuán lamentable, imperdonable y odioso es lo que he hecho en a), y cuán irresponsable, antipatriótico y desalmado es lo que he cometido en b).
Esta síntesis de algunas versiones ajenas sobre mi cambio de ciudadanía alcanzó su momento más sublime hace pocos meses en la Argentina, y tuvo por protagonista al entonces presidente "de facto", general Viola, a quien le habrían preguntado su opinión sobre algunos argentinos exiliados que él consideraba como enemigos del país y agentes de la subversión (el lector puede ampliar la lista de cargos, sin duda la conoce de sobra). Cuando se mencionó mi nombre, el entonces presidente se habría mostrado sorprendido. "Que yo sepa", dijo, "ese señor es francés y no tiene nada que ver con nosotros".
Esto, que podría ser cómico o ridículo, contiene por desgracia un trasfondo que rebasa la filosofía de pasaporte de un general argentino. Sin caer en su simplismo, gentes más "leídas" y más "escribidas" han mostrado una consternación que resultaría pueril si no escondiera cosas más graves. Que los fascistas de uniforme o de civil agiten la bandera patria como una siempre eficaz cortina de humo, es previsible; lo es menos que algunos argentinos exiliados en México, Venezuela, España y Francia, hayan visto mi cambio de nacionalidad como una defección, y que lo hayan manifestado al punto de obligar a otros, que me conocen bien, a responder por mí. Gracias a estos últimos, que distinguen claramente lo que va del patriotismo legítimo al nacionalismo de consignas y arengas, nunca me sentí obligado a justificarme; tampoco ahora y aquí.
Mi cambio de nacionalidad no se debe solamente a que llevo más de treinta años de residencia en Francia, sino al hecho de que el gobierno socialista de Francois Miterrand quiso reparar una injusticia cometida por los gobiernos anteriores y que había contado con la complicidad tácita o expresa de las sucesivas embajadas argentinas en Francia, que me sabían un adversario activo de las dictaduras militares a las que servían.
Hombres como Mitterand, Régis Debray y el ministro de cultura, Jack Lang, estaban al tanto de esa situación y se apresuraron a normalizar una condición injusta sabiendo perfectamente que mi cambio de pasaporte no me cambiaría en nada, cosa que algunos compatriotas optaron por ignorar por razones que prefiero calificar de tontas para no ir más lejos. El día que Jack Lang anunció públicamente mi naturaleza francesa -junto con la del novelista checo Milan Kundera- , dije al ministro y a los periodistas allí presentes que mi nueva nacionalidad me hacía sentir más argentino y latinoamericano que nunca, puesto que me proveía de nuevos medios y de nuevas fuerzas para seguir luchando contra los regímenes que infaman al Cono Sur. 
Que alguien haya probado tantas veces su fidelidad a los movimientos de liberación latinoamericanos, su presencia solidaria en los procesos sociales de Cuba, de Chile en tiempos de la Unidad Popular, de Nicaragua sandinista y de la Argentina camporista, a la vez que combatía con todos los medios a su alcance los regímenes militares del Cono Sur, parecería menos importante para algunos que una libreta con tapas azules y sellos de aduana. Que ese alguien haya vivido treinta años en un país de otra lengua y que haya escrito allí diez o doce libros en español, destinados invariablemente a los lectores latinoamericanos, parecería poca cosa frente al hecho espantoso de que ahora tengo un pasaporte francés en vez de uno argentino, como si el pasaporte fuese el verdadero corazón de los rioplatenses. Que eso lo piense el general Viola, entra en la lógica más estricta de las dictaduras y sus servidores; pero yo no acepto esa lógica, y en cambio sé donde tengo el corazón y por quiénes late."
                                                                                                                
                                                                                                   Julio Cortázar  
Quique de Lucio.
El texto de Cortázar, seleccionado por Cecilia de Lucio, está publicado en "Papeles Inesperados", Editorial Alfaguara (2009).

1 comentario:

  1. feliz dia don Enrique, y gracias por este fragmento Cortazar que nunca habia leido y que tiene la incorreccion politica que no va a pasar el cedazo de los que no toleraran que lo meta a campora junto con otros peores, mucho.
    a mi no me vengan a hablar de la argentina camporista, porque estuve alli, Flor de kilombo y el tio -no digo que no fuera un tipo integro- como maleta de loco.

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